Título: Aloha
Categorías: Series TV, Hawaii Five-O
Personajes: Danny William, Steve McGarrett
Clasificación: PG-13
Género: General
Advertencias: Angustia
Resumen: Steve está a punto de dejar la isla y Danny se siente enojado y triste; pero entiende que su amigo ha sufrido demasiado y necesita un tiempo para el mismo, aunque desafortunadamente tenga que hacerlo fuera de Hawái.
Número de Capítulos: 1
Completo: Sí

 

CAPÍTULO ÚNICO

 

¿Y qué piensas hacer? —preguntó la voz al teléfono con genuina preocupación.

— No tengo otra opción, Chin. Debo dejarle ir.

Confía en que no estará lejos demasiado tiempo.

— Sí. Quisiera que estuvieras aquí y también Kono.

Yo también quisiera estar. Cuando termine con el pendiente que tengo ahora…

— No te preocupes, estaré bien.

Cuídate brah.

 

Steve vio al rubio apoyado en la baranda, en el corredor afuera de las oficinas. Hacía un momento le había visto hablando por el celular y se preguntó si era con Rachel con quien conversaba y si también hablaban sobre su regreso a Jersey. Estaba muy consciente de que su decisión había tenido un efecto devastador en su compañero, lo notaba en su mirada. Y fue cuando le habló de su partida, que Danny de forma extraña y repentina, también le había dicho que, igualmente, estaba pensando dejar la isla y regresar a su ciudad.

 

Steve casi se había burlado de aquello, e insistía en que no era verdad, en que únicamente lo estaba diciendo en clara venganza; pero Danny tenía una expresión tajante.

 

— ¿Eres el único que puede irse de la isla, acaso? Sabes perfectamente que ahora que Grace se fue a la universidad, yo también tengo la libertad para marcharme.

— Danny, no vas a irte. Este lugar se ha convertido en tu hogar, lo sabes.

— Mi hogar está en Nueva Jersey, con mis padres, mis hermanas, primos y sobrinos. Charlie será feliz allí con todos ellos.

— ¿Y qué dice Rachel?

— Ella también se irá con nosotros. Eric lo mismo.

— Vamos, él está feliz con todas esas muchachas para admirar en las playas.

— No lo niego; pero con todo lo que ahora sabe, puede aspirar a un puesto en algún laboratorio en el continente. Hawái no es el único lugar que tiene playas.

— Danny, no tienes que irte.

— Sí; pero quiero hacerlo.

— ¿Qué hay de Five-O?

— ¿De qué hablas?

— En mi ausencia, tú debes quedarte a cargo, te corresponde.

— Pues déjale el mando a Lou.

 

Steve supo que no ganaría, así que dio por terminada la discusión y dejó que el rubio se fuera, como últimamente lo hacía, a una de las sillas en el jardín.

 

Steve caminó lentamente, el ruido de la lluvia se volvió más fuerte cuando abrió las puertas y se colocó al lado del Detective.

 

— Hola.

— Hola —saludó el rubio.

— Es una lluvia torrencial.

— Sí.

— ¿Rachel y tú han tomado una decisión? Sobre regresar a Nueva Jersey.

— Sí y como ya te dije, nos iremos —Steve odió aquella respuesta.

— ¿Cuándo?

— Eso aún no está decidido, hay algunos pendientes que ambos tenemos. En cuanto todo esté listo, nos marcharemos.

— ¿Y Eric?

— Él…, aún tiene motivos para quedarse.

— Danny, yo…

— ¿Ya tienes todo listo?

— No, aún faltan cosas… Danny… —volvió a intentar.

— Quizás no volvamos a vernos.

— ¿Por qué lo dices?

— Porque para cuando regreses, si es que lo haces, seguramente yo ya no estaré, y cómo tu odias Nueva Jersey, no te atreverás a ir allí, ni siquiera para saludarme.

— Entonces, ¿no piensas regresar? ¿Ni siquiera de vacaciones?

— He pasado más de diez años aquí, tiempo más que suficiente, así que no.

— Pero Charlie nació aquí.

— ¿Y? él es pequeño. Grace a pesar de nacer en Jersey, se acostumbró a estar aquí y fue feliz. Y mientras Charlie nos tenga a nosotros, al resto de su familia y a sus juguetes, estará bien. Luego sólo se preocupará si no tiene sus videojuegos.

— Mientras estés aun aquí, quiero que tú dirijas al equipo. Y de ti dependerá a quien dejas el mando después.

— Está bien —el teléfono de Steve sonó en ese instante.

— McGarrett... Sí, gracias, estamos en camino —colgó— Hay un caso, un robo en el Primer Banco de Hawái.

— Steve, —le llamó deteniéndole— deja que los demás nos hagamos cargo. Seguramente aun tienes pendientes y no demasiado tiempo. Ya has recogido algunas cosas de tu oficina —dijo ante la mirada interrogante del otro— Tengo la espantosa sensación que ni siquiera vas a despedirte, y a lo mucho dejarás una de tus horribles cartas —terminó con una triste sonrisa.

— Está bien, hazte cargo.

 

Lou los miró a distancia y sintió su corazón estrujarse. Presenciar el suave contacto de aquellas manos rozándose le decía mucho; pero lo entendía, entendía que McGarrett necesitaba tiempo para poner sus pensamientos en orden, de no hacerlo, todo lo que había acontecido con Joe y Doris, podría llegar a descontrolarle y sólo se haría daño y se lo haría a la persona más importante que tenía a su lado, y evitar eso, estaba seguro, era la razón principal de alejarse.

 

— Tenemos un caso —indicó el rubio pasando al lado del hombre grande sin siquiera mirarle. El Capitán le dio una mirada a Steve y se apresuró a seguir al rubio hacia el ascensor. Danny tenía la mirada en el suelo y las manos en los bolsillos. Llegaron abajo cuando los demás se apresuraban a entrar huyendo de la lluvia— Hay un robo en progreso en el Primer Banco de Hawái, en el 2339 Kamehameha Hwy. Es seguro que también es una situación de rehenes.

— ¿Y Steve? —preguntó Tani.

— No vendrá.

 

Llegando al Camaro, Danny abrió la cajuela y sacó su chaleco antibalas y sus guantes, se puso su equipo sin importarle la lluvia. Abordó su auto, mientras los demás hacían lo mismo. El Camaro arrancó veloz y los otros trataron de seguirle. A ninguno le había pasado desapercibido que algo sucedía y tenía que ver con los dos líderes del equipo.

 

Todos guardaban silencio, cada uno metido en su propio mundo, concentrados en lo que tendrían que hacer. Una situación con rehenes podía terminar de una forma desastrosa. Siempre era una de las situaciones más difíciles a enfrentar, por la cantidad de personas que pudieran salir muertas o gravemente heridas. Los informes recibidos daban cuenta que los sospechosos habían amenazado con empezar a matar rehenes si la policía seguía allí, impidiéndoles la salida.

 

— No podemos acceder a las cámaras, hackearon el sistema —informó el Sargento Lukela— Pero acaba de escucharse un disparo.

— Retírense, Duke; pero dennos tiempo a llegar y mantengan despejada toda esa área —dijo Danny— Estamos a siete minutos.

— Entendido, Detective.

— Muy bien, escuchen —les dijo a los demás— Una vez que las patrullas se vayan, ellos saldrán del banco, y tratarán de salir a toda velocidad. Vamos a interceptarlos antes que lleguen a la avenida. Junior, necesito que accedas al satélite para una tener una visual.

— Hay una tienda de suministros de soldaduras, —indicó mirando la pantalla de la laptop— podríamos usar su parqueo para sorprenderlos.

— Perfecto, los obligaremos a entrar ahí y los encerraremos —en ese momento, todos llegaron a pensar que Danny estaba conduciendo más rápido que McGarrett.

— Seguramente tendrán rehenes —dijo Quinn— Si ven que no tienen salida, podrían dispararles.

— No van a hacerlo —aseguró el ahora jefe, los demás no esperaban esa respuesta— No tienen tanta experiencia, al menos no en robos mayores. Habrán hackeado las cámaras; pero no pudieron evitar que alguien activara la alarma y ni siquiera han pedido un transporte seguro para escapar. Apuesto que sólo esperan perderse en el tráfico.

 

La imagen mostró dos vagonetas con hombres armados dejando el banco con un par de rehenes. Cuando estaban por salir a la avenida, el Camaro les cortó el paso y se desviaron hacia el estacionamiento de la tienda al lado del banco. Antes que pudieran llegar a la otra salida, el auto de Quinn y el de Lou los interceptaron. Los autos de Adam y de Tani se unieron poniéndose al frente por si intentaban atravesar la jardinera. Estaban encerrados. Cada integrante de la fuerza de élite, salió armado resguardándose tras sus autos y apuntando a ambos motorizados donde estaban los ladrones. Lukela recibió la orden de Adam para que patrullas y ambulancias entraran al banco a socorrer a los que estaban encerrados allí.

 

— ¡Five-O! ¡Salgan con las manos en alto! —gritó el Capitán.

— ¡Tenemos rehenes! Si no nos dejan ir, los asesinaremos.

— Si no los dejan ir, todos terminarán muertos —contestó el de pelo rubio con voz gélida.

— ¡No estoy bromeando! —advirtió el que suponía era el que se suponía era el líder de los malos.

— Nosotros tampoco —contestó Tani.

 

Los sospechosos sabían que sus posibilidades de sobrevivir eran pocas, la policía pudo haber cedido; pero el Five-O era otra cosa. Las sirenas se escuchaban cerca, y prontamente, patrullas entraron hacia el banco y otras se quedaron ahí, apoyando al grupo del Detective Williams. Con evidente frustración, cada uno salió con las manos en alto, obedeciendo a las órdenes del hombre a cargo. Cuando todos estaban ya de rodillas y enmanillados, todos fueron entregados a la policía.

 

Era tarde, sólo la sala tenía luces encendidas. Danny entró y por un momento tuvo que respirar profundo. Subió lentamente por las escaleras y se detuvo frente a la puerta del dormitorio principal.

 

— Terminamos el caso, los atrapamos y no tuvimos bajas… Este lugar necesita de todas las personas posibles para atrapar a los malos, y también para vigilar a los muchachos, así que voy a quedarme… Y tú, cuídate mucho y regresa sano, ¿sí? No te olvides de tu familia. Te amo, Steve.

— Yo también te amo, Danno —respondió Steve al otro lado de la puerta, Danny detuvo su camino al escucharlo; pero luego se apresuró a la habitación donde dormía, desde que Junior se había mudado con Tani.

 

Escuchó los pasos alejándose rápido y la puerta del cuarto cerrándose, odiaba causarle a Danny aquel dolor. Steve estaba seguro que ese terco rubio no se iría; pero, aun así, le aliviaba escuchar de la propia boca del hombre de ojos azules que tanto adoraba, que se quedaría.

 

El bolsón estaba sobre su cama, ya listo con todo lo que necesitaba. No estaba seguro del tiempo que se ausentaría, sólo sabía que, en esa isla, tenía lo que no tuvo en muchos años, una familia unida que lo amaba, unos sobrinos que eran como los hijos que había deseado y un hombre que lo había cuidado, apoyado y protegido de sus propias locuras. Todo aquello era un gran motivo para volver.

 

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Si Steve creyó que podría escabullirse, estaba equivocado. En cuanto bajó del taxi, se encontró con Lou y Adam. El Comandante simplemente sonrió y pronto se vio envuelto en abrazos.

 

— No voy a preguntar cómo lo supieron.

— Decidimos no decírselos a Tani, ni a Junior, ni a Quinn y dejarte a ti que les expliques tu huida y espero que sepas que van a enojarse contigo.

— Estoy seguro que sí, Lou. He dejado una carta sobre el escritorio. Por ahora, tendrán que conformarse con eso.

— Espero que en este viaje encuentres lo que buscas, Steve.

— Gracias, Adam.

— Cuídate mucho. Mientras, vigilaremos a tu chico, así que vete tranquilo. Pero vuelve pronto —dijo Lou, con tono más serio.

— Sé que él queda en buenas manos. Nos vemos.

 

Danny estaba en aquel lugar al que le gustaba ir a pensar, había estado allí desde hacía horas, desde la madrugada de hecho. Su expresión era melancólica; pero trató de sonreír a pesar de ello. Confiaba en Steve, le importaba demasiado su familia así que, seguramente regresaría, no lo dudaba. Mientras, él se haría cargo de la unidad y con ellos seguir protegiendo la isla. Desde aquel lugar, vio a lo lejos un avión que se alejaba y pensó que, posiblemente, McGarrett iba en él.

 

— Nos volveremos a ver, Steve. Hasta entonces, aloha.

 

 

Fin